Italo Calvino: Palomar
El señor Palomar ve asomar una ola a lo lejos, la ve crecer, acercarse, cambiar de forma y de color, envolverse se sí misma, romper, desvanecer, refluir. […] Pero aislar una ola separándola de la ola que inmediatamente la sigue, y como si la empujara y por momentos la alcanzara y la arrollara, es muy difícil, así como separarla de la olla que la precede y que parece llevársela a la rastra hacia la orilla, cuando no volverse en contra como para detenerla. […]
La cresta de la ola que avanza se alza en un punto más que en los otros y desde allí empieza a festonearse de blanco. Si eso ocurre a cierta distancia de la orilla, la espuma tiene tiempo de envolverse en sí misma y desaparecer de nuevo como tragada y en ese mismo momento volver a invadirlo todo despuntando ahora desde abajo, como una alfombra blanca que remonta la orilla para acoger a la ola que llega. Pero, cuando uno espera que la ola ruede sobre la alfombra, se da cuenta de que la ola ya no está, que sólo está la alfombra y también ésta desaparece rápidamente, se convierte en un centelleo de arena mojada que se retira veloz, como si lo rechazara la expansión de la arena seca y opaca que adelanta su frontera ondulada.
Italo Calvino: Palomar. Madrid (Siruela), 2001. pp. 19-20
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– Y me asusta la subida de la marea con olas de 5 metros de altura, sin embargo me siento allí esperando que Hawai me avisa del peligro sin enviar olas tan enormes que no pueda verlas llegar en la oscuridad, altas como Groomus – De todas maneras, una noche entré en pánico y me senté en la cima de un risco de 4 metros al pie del gran acantilado y las olas llegaban «Raro, arremete raro» – «Rudo ruu ruge» – «Crash» – Así suenan las olas sobre todo de noche – El mar no habla con largas oraciones sino con versos breves. «¿Cuál?… ¿La ola rota?… Sí, ésa, ah, boom, se rompe»… Escribía estas increíbles naderías, pero sentía que tenía que hacerlo porque James Joyce ya no andaría nunca por aquí ahora que estaba muerto (y fantaseaba «El año que viene escribiré el sonido diferente del Atlántico hablando al romperse en las costas nocturnas de Cornwall, o tal vez el sonido anestesiado del Océano Índico rompiendo en la boca del Ganges») – Y me siento entonces y escucho a las olas hablándole a la arena en distintos tonos de voz «Ka bloom, kerplosh, ah ropey otter barnacled be, crash, are rope the angels in all the see?», y cosa por el estilo –
Jack Kerouac: Big Sur. Buenos Aires (Adriana Hidalgo), 2014. p. 43
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contribución > Guillermo Rojo Echeverría
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(Chino, activo ca. 1190-1225)