Isla del Día de Antes. Así llamada porque los que visitan son incapaces de determinar un punto fijo del espacio desde el que poder medir de tiempo, lo que hace que sea imposible ubicar la isla en el presente.
Los viajeros deben saber que la isla que ven puede no ser la misma que vean los demás, ya que el paisaje parece reflejar la experiencia que tiene del mundo cada uno de los visitantes.
(Umberto Eco: La isola del giorno primo. Milán, 1994.)
Alberto Manguel & Gianni Guadalupi: Guía de lugares imaginarios. Madrid (Alianza), 2014², pp. 162
Isla de los Dichosos. […] sus habitantes van vestidos con tejidos de araña suaves y purpúreos. No tien cuerpo pero se mueven y hablan como si fueran mortales. Parece que sean almas desnudas envueltas en una apariencia corpórea. […]
El viajero no hallará en la Isla de los Dichosos la oscuridad de la noche o la claridad de día a las que está acostumbrado; la baña constantemente una luz que es como la penumbra que precede a la aurora cuando el sol todavía no ha salido.
(Luciano de Samosata: Relatos verídicos. Siglo II)
Alberto Manguel & Gianni Guadalupi: Guía de lugares imaginarios. Madrid (Alianza), 2014², pp. 165-166
Isla de Dioniso. En la isla crece otra especie de vid, de cepas grandes y robustas que en su parte superior son mujeres de cinturas para arriba. […] El viajero no debe permitir que estas criaturas arborescentes lo abracen; embriagado al instante, caerá en un sopor que lo hará olvidar la familia, el honor y la patria. El que haga el amor con alguna de ellas se transformará en vid y echará raíces allí mismo.
(Luciano de Samosata: Relatos verídicos. Siglo II)
Alberto Manguel & Gianni Guadalupi: Guía de lugares imaginarios. Madrid (Alianza), 2014², pp. 166-167
Diranda. Está dividida en dos reinos. El viajero que llegue a Diranda quedará sorprendido ante la cantidad de ciegos, cojos, tullidos y mutilados que viven en la isla. Esto debe a la costumbre de organizar crueles combates de gladiadores en los que se enfrentan los jóvenes de ambos reinos. […] Estos combates son el método de que se valen los dos reyes de Diranda para frenar el excesivo crecimiento demográfico de la isla.
(Herman Melville: Mardi, and A Voyage Thither. Nueva York, 1849.)
Alberto Manguel & Gianni Guadalupi: Guía de lugares imaginarios. Madrid (Alianza), 2014², p. 167
Peña de la Doncella Encantadora. Esta roca fue habitada por una doncella que allí fue señora. […] Muchos barcos […] se quedaban alrededor de aquella peña. De ninguna manera podían partir de allí si la doncella no deshacía los encantamientos con que quedaban apresados. De ellos tomaba todo lo que le placía […].
(Anónimo: Amadís de Gaula. Zaragoza, 1508.)
Alberto Manguel & Gianni Guadalupi: Guía de lugares imaginarios. Madrid (Alianza), 2014², p. 169
En la isla de Dubiaxo vive una secta de escépticos. Obsesionados con la idea de que el hombre no puede saber nada con certeza, han llegado a dudar, incluso, de su propia existencia.
(Alexander Moszkowski: Die Insel der Weisheit, Geschichte einer abenteuerlichen Entdeckungsfahrt. Berlín, 1922.)